Thursday, August 02, 2007

NADIE VE, NI TÚ MISMA



Como el rayo de sol que envuelve al árbol

y que hace florecer todas sus ramas;

como la onda de agua cristalina

que da al rugoso tronco fresca savia,

así en redor de mí, como un divino

efluvio que hace florecer mi alma,

así como la onda cristalina,

dándome un vigor nuevo estás, mi amada.


Como la flor su aroma, como el rayo

de sol su aura ardiente, como el agua

su frescura vital, así te llevo

conmigo, así de mí nunca te apartas.

Ante mi vista erguida te hallo siempre,

siempre estás al final de mis miradas:

te ven mis ojos cuando estoy despierto

y si dormido estoy te ve mi alma.


Aunque nunca se unieron nuestras bocas

y nunca nuestros brazos en guirnalda

de amor entrelazáronse mis labios

están sobre tu boca perfumada

continuamente. Nadie, ni tú misma,

nadie ve con qué dulce, con qué blanda

suavidad van mis labios oprimiendo

tu boca tan pequeña y tan amada...


Nadie ve, nadie ve cómo rodean

mis brazos tu cintura delicada;

cómo mi cuerpo roza el cuerpo tuyo,

cómo te estrecho a mí, cómo te palpan

mis manos temblorosas.


Nadie advierte

cómo, ávido de ti, caigo a tus plantas!

Nadie ve, ni tú misma, que te adoro

con toda la ternura de mi alma...