Wednesday, May 09, 2007

A LA BANDERA


Enseña noble y sagrada
que traes a la memoria
tanto recuerdo de gloria
tanta grandeza pasada:
cuando en ti nuestra mirada
se fija, despierta y crece
nuestro valor y parece
que una racha de heroísmo
bajada del cielo mismo
nuestras almas estremece.


Tu triple color entraña
para el patriótico anhelo
la azul pureza del cielo,
la nieve de la montaña
y la sangre en que se baña
nuestra historia: esos torrentes
de sangre, que los valientes
de otras edades vertieron
cuando la lucha emprendieron
que nos hizo independientes.


Y allí, en tu azul firmamento
derramando su luz franca
sobre la montaña blanca
y sobre el campo sangriento
gloriosa en su aislamiento
siempre pura y siempre bella,
está la querida estrella
que solitaria quedó
porque en su altivez no halló
ningún astro digno de ella.


Símbolo augusto que encierra
el alma de una nación
victorioso pabellón
que tras legendarias guerras,
llevaste a extranjeras tierras
nuestra fama secular...
cuando al viento haces flamear
tus rigurosos colores
entre vivos resplandores
se ve a los héroes pasar.


Tú representas aquello
que con fervor adoramos,
y cuando te contemplamos
desplegándole al destello
del sol, el cuadro más bello
surge ante nuestra mirada,
pues vemos en ti encarnadas
las ambiciones más puras
las más intensas ternuras
y las cosas más amadas.


Pero hay voz que te convierte,
bandera de libertad,
en un signo de crueldad,
en un emblema de muerte...
¡no supo, no comprenderte
ve en ti símbolo de horror!
Tú eres la patria y también
eres el amor, pues quien
dice patria dice amor.


Y ese amor, noble bandera
lo encarnas tú, y es por eso
que cuando flotas al beso
de la brisa pasajera
que en aromas de pradera
te envuelve, el chileno olvida
por ti a la mujer querida
y a la madre venerada,
y puesta en ti la mirada
¡jura por ti dar la vida!