Wednesday, September 13, 2006

AQUELLA TARDE



Aquella tarde única se ha quedado en mi alma.

Su luz flota en la sombra de mi noche interior.


Sólo una fugitiva vislumbre en la ventana;

sólo un azul reflejo; nada más que un vapor

de luz que se filtraba por las breves junturas;

sólo un vaho de cielo, no más que una ilusión

de claridad fluyendo por entre los postigos.


Nada más que el ensueño de aquel suave fulgor.

Sólo esa fugitiva vislumbre en la ventana.

No más. Y en la penumbra, libres al fin, tú y yo.

En silencio llegaba yo al fondo de la dicha;

con infantil dulzura, tú gemías de amor.


Sólo el azul reflejo de aquella tarde única.

¿No ves tú en la ventana? ¿No ves tú? Quizás no.


Acaso no lo viste, porque cuando yo inmóvil

me quedé contemplando aquel suave fulgor,

Tú en aquellos momentos de lánguido reposo

dormías dulcemente sobre mi corazón.


Veo la fugitiva vislumbre en la ventana;

oigo el ritmo apacible de tu respiración.

Te siento. En la penumbra te siento. Eres tú misma

que te duermes, ya mía, sobre mi corazón.

1 Comments:

At 1:20 PM, Anonymous Anonymous said...

Me llama la atención lo adelantado a su época que fue tu abuelo. Esta poesía es muy moderna en su forma de tratar el erotismo. Y muy bella.

 

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